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La verdad de las palabras: propina

ETIMOLOGÍAS

El curso pasado empezamos esta sección que pretende descubrir algunas de las etimologías más curiosas de nuestras palabras. La palabra etimología procede de las palabras griegas ἔτυμος, «verdadero» y λόγος, «estudio», es decir, la etimología designa el estudio del sentido verdadero de las palabras a partir del estudio de su origen.

Os invitamos a todos, profesores y alumnos, a participar: enviadnos curiosidades, descubrimentos o pesquisas que puedan iluminarnos a todos. (culturaclasica@iesmiguelservet.es)


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propina

Dice el DRAE (Diccionario de la Real Academia) sobre propinar:  1. tr. Administrar una medicina. // 2. tr. Dar un golpe. Propinar una bofetada, una paliza, una patada. // 3. tr. p. us. Dar a beber.

Solo en la última acepción, poco usada, se intuye el origen de este verbo. El verbo griego πνω (pino) significa ‘beber’. Con el prefijo προ- (pro-), προπίνω (propino) expresaba la idea de extender amistosamente el brazo (y el vaso) hacia otra persona para ofrecerle bebida. Este verbo griego pasó al latín como propinare, con el significado de ‘beber antes que otro’ o ‘beber a su salud’; pero en el bajo latín de la Edad Media, de ese verbo grecolatino se derivó el sustantivo propina, que inicialmente tenía el sentido de ‘regalo’ o ‘dádiva’ y, más adelante, denotaría ‘pequeña gratificación por encima de lo convenido para el pago de un servicio’.

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el signo de interrogación

Los griegos practicaban la scriptio continua; es decir, escribían sus textos sin espacio, ni puntuación entre las palabras, y no hacían distinción alguna entre mayúsculas y minúsculas. Fue un bibliotecario de Alejandría llamado Aristófanes quien hacia el año 200 a. C. inventó los primeros signos, frustrado por el tiempo que requería leer los cientos de miles de manuscritos que guardaba la célebre biblioteca. Aristófanes sugirió a los lectores que aliviaran el ininterrumpido texto con anotaciones de puntos arriba, en medio y debajo de cada línea (comma, colon y periodus) que indicaran la entonación de lectura alta, media o baja.

Nuestro sistema de puntuación proviene del griego clásico y del latín, y su propósito principal consistía no en ayudar a la comprensión, sino en guiar a quienes leían en voz alta. La única manera de indicar al lector que lo que venía a continuación era una pregunta era copiando al final de la misma la palabra quaestio en su forma apocopada: qo.

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En el siglo IX d. C., punctus interrogativus era una de las marcas usadas para ayudar a interpretar los cantos gregorianos en abadías y monasterios. Ese signo se parecía a nuestro moderno signo de interrogación, aunque se curvaba un poco a la derecha; indicaba una pausa y una inflexión ascendente de la voz.

El desarrollo de la imprenta en el siglo XV creó la necesidad de contar con una puntuación estándar. En 1566, Aldo Manuzio publicó el primer libro de normas de puntuación. Su Orthographiae Ratio (Sistema de ortografía) incluía el punto, la coma, los dos puntos, el punto y coma y el signo de interrogación.

 


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En esta época en la que el culto al cuerpo está tan de moda, resulta curiosa la etimología de esta palabra. Músculo (musculum en latín) no es otra cosa que el diminutivo de la palabra latina mus, muris “ratón”, así que literalmente significa “ratoncito”. Pero ¿qué relación puede haber entre un ratón y un músculo? Ya desde la Antigüedad la imagen de los músculos del brazo hizo que recibieran este nombre por su semejanza con estos pequeños animales, como si bajo la piel corriera un animalito. Tiene el mismo origen que el sustantivo muslo, parte carnosa por excelencia de la anatomía de numerosos animales.

Ese ratón latino mus, muris también aparece en la palabra murciélago y se esconde en un músculo muy gastronómico, el morcillo del cocido.

Etimología sugerida por Eva Ordovás, profesora de Latín.

 


 

pedante

Ayer don Ermeguncio, aquel pedante,43717
locuaz declamador, a verme vino (…)
No te puedo decir
con cuantas indirectas frases
y tropos elegantes y floridos,
me pidió de almorzar. (Moratín)

Desde el siglo XVIII la palabra designa a la persona afectada, engreída, que hace alarde inoportuno de su erudición, la tenga o no. Pero en sus orígenes ese no era su verdadero significado ni tenía esa connotación negativa.

La palabra pedante  se introdujo en nuestra lengua en el siglo XVI procedente del italiano, donde designaba a los maestros que enseñaban a domicilio, que iban a los hogares de los propios niños a enseñarles, entre otras cosas, la gramática. La connotación negativa deriva, al parecer, de que habiendo muchos maestros y pocos hogares con solvencia para contratarlos, las pruebas eran tan estrictas y selectivas que cada aspirante al puesto debería sobresalir en sus conocimientos entre los demás candidatos y ser más listo y resabido que la compentencia.

Aunque algún estudioso relaciona la etimología de pedante con la palabra latina paedagogum («el esclavo encargado de la educación de los niños»), es mucho más plausible que esté relacionado con el término latino pedem («pie»), porque pedante designaba también en italiano al soldado de a pie y bien podría ser que por esa razón se designara al «maestro ambulante». Y quién sabe si para los españoles que recibieron el término la palabra no les sugería la curiosa coincidencia del «maestro de a pie o maestro-peatón».


 

aguacate

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La historia de la palabra aguacate nos conduce a una lengua azteca llamada náhuatl que se habla en Méjico. La palabra originaria, ahuacatl, significa «testículo» en esa lengua. Eso se debe a la similitud del fruto cuando cuelga del árbol, que lo hace de forma un tanto ladeada y siempre van de dos en dos o más. Los antiguos mexicanos le pusieron este nombre al fruto demostrando su pícaro sentido del humor.

También en náhuatl la palabra mulli significa salsa, y unido al aguacate surge ahuacamulli, es decir, guacamole o salsa de aguacate.

¿Y la palabra testículo?  Se trata del diminutivo de la palabra latina testis, que significa «testigo», supuestamente porque daba testimonio de la virilidad masculina.

Etimología propuesta por Lorena Martín Carramiñana, alumna de 1º de Bachillerato


 

¿migraña o jaqueca?icono-de-un-dolor-de-cabeza-o-de-una-jaqueca-38798004

Los dolores de cabeza son una afección bastante común. Cuando son persistentes, agudos o incapacitantes les llamamos migrañas o jaquecas. ¿Hay alguna diferencia? No somos médicos pero si atendemos solo a la etimología de las palabras podemos concluir que son exactamente lo mismo.

La jaqueca se define en el diccionario como un dolor ‘recurrente e intenso localizado en un lado de la cabeza y relacionado con alteraciones vasculares intracraneanas’. La palabra proviene del árabe saqiqa, derivado del verbo saqq (cortar, dividir en dos). En castellano, la palabra evolucionó desde axaqueca en la primera mitad del siglo XV a xaqueca, en 1500. En el Lapidario de Alfonso el Sabio, se habla de la dolor que se faze en la media cabeça, a que llaman en arábico xaqueca.

La idea de que se trata de un dolor que afecta sólo a la mitad de la cabeza también está presente en migraña, una deformación de hemicrania, que procede del término griego ήμικρανἰον, pronunciado ‘hemicranion’, que significa «medio cráneo», por  aludir  al dolor localizado en una mitad de la cabeza.

En cambio el término médico cefalea, formado sobe la raíz griega κεφαλή «cabeza», se refiere al dolor de cabeza de forma genérica.

Etimología propuesta por María José Fernández, profesora de Latín.

 


 brindis

Prost! Santé! Στην υγειά μας! Cheers! Salutem plurimam!Cheers

El término proviene según el Diccionario de J.Corominas de la expresión alemana “Ich bring dir’s”, que significa “yo te lo traigo”. La frase corresponde a la exclamación que pronunciaron en 1527 los lansquenetes1 alemanes de Carlos V después de saquear Roma y ofrecerle la ciudad a su emperador mientras alzaban sus copas para festejar la victoria. La contracción de la frase se convirtió en la palabra brindis en italiano, y de ahí pasó al español.

Ya en el mundo clásico los comensales solían levantar y golpear sus copas para llamar la atención de los sirvientes durante las celebraciones.

1 Del alemán Landsknecht, servidor del país (Land, tierra y Knecht, servidor, empleado público). Es el nombre con que se designó a los mercenarios alemanes entre los siglos XV y XVII.

Etimología sugerida por Laura Lahoz, profesora de Latín.

 


castigar

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¿Tiene algo que ver con casto y castidad? ¡Parentescos curiosos!

La palabra castigar procede del verbo latino castigare, compuesto por el adjetivo castus, «puro, virtuoso», y el verbo agere «hacer», de modo que castigare significa «hacer puro, purificar».

Es evidente la relación de castigar con castigo o de casto con castidad. Por otra parte, incesto, del latín incestus, es el antónimo de castus (in-castus), es decir, «impuro, mancillado». El verbo agere ha dado lugar a palabras como agenda («lo que debe hacerse»), agente, agencia, ágil, agitar o agilidad, pero también acto, acta, acción, reacción, actor, reactor, reactivo y actuar.

Y hablando de castigar, un castigo romano usado para torturar esclavos era el tripalium, tres palos unidos en aspa en los que se inmovilizaba el cuerpo del reo para ser azotado sin compasión. Y precisamente de tripalium procede la palabra … ¡trabajo!

Etimología propuesta por Maha El Mouaden, alumna de 1º de Bachillerato.

 


 invierno: invernar e hibernar

Invernar e hibernar no significan lo mismo, aunque ambos verbos tienen relación con el invierno. Invernar significa «pasar el invierno en algún lugar»; hibernar tiene el significado de «pasar el invierno en estado de hibernación o aletargamiento’: los osos o el ordenador hibernan, pero las grullas invernan en la laguna de Gallocanta.

¿Por qué estas dos palabras tienen una ortografía tan diferente si proceden de palabras latinas con h y b, hibernum o hibernare? La razón es que invernar procede del latín vulgar, es decir, del latín que hablaba el pueblo, y que fue cambiando las palabras fonéticamente y prescindió de cuidar la ortografía; en cambio, hibernar fue tomada del latín clásico.

invernar < invierno (cast.) < ivierno (cast.) < hibernum (lat.)

hibernar < hibernare (lat.)

La palabra invierno, que antes fue ivierno, viene del adjetivo latino hibernum que, unido a tempus (tiempo), designaba la estación invernal. Cuando las tropas romanas quedaban inactivas durante el invierno se mantenían en sus hiberna (cuarteles de invierno).

Etimología propuesta por Mariana Ruiz Osorio, alumna de 1º de Bachillerato.


capicúa

11, 313, 56.265 u 8.147.418Boletos_capicúas


Son números capicúas, es decir, se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. La palabra procede de la expresión catalana cap i cua, «cabeza y cola«.

El catalán nos ha legado palabras curiosas como alioli, de al i oli, «ajo y aceite», cantimplora, de canta i plora, «canta y llora», probablemente por el ruido que hacer al gotear; o panoli,  pa amb oli, «pan con aceite», o del valenciano pa en oli, usado para referirse a un buñuelo.

Igual que para los números, también hay un término para referirse a las palabras y las frases que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda: palíndromos, del griego palin (de nuevo, hacia atrás) y dromos (carrera, recorrido), «recorrido a la inversa». Son palíndromos

ojo, asa, rajar, reconocer,
Adán no calla con nada,
Dábale arroz a la zorra el abad.

Etimología sugerida por Elena Raluy, profesora de Inglés.


 salario

Salario

El salario es el pago que recibe un trabajador periódicamente. La palabra procede del latín salarium, que significaba «pago en sal».

Antiguamente la sal era un bien precioso -se la describe como «el oro blanco»- pues, a falta de frigoríficos y congeladores, se usaba para conservar las carne y otros productos perecederos. Ya en el antiguo imperio egipcio está acreditado el uso de la sal como moneda de cambio que servía para pagar a trabajadores y soldados.  Pero es en el imperio romano cuando se generalizó el uso de la sal como retribución a los soldados y rápidamente la palabra salarium se adoptó para designar el sueldo de soldados y trabajadores.

También es latino el origen de la palabra sueldo, del latín solidum, que era el nombre de una moneda de oro con la que se pagó en alguna época del imperio romano a los soldados. De hecho la palabra soldado, relacionada con sueldo, designaría a la persona que reciben el solidum.

Etimología elaborada por Lorena Martín, alumna de 1º de Bachillerato.


 mochila

5d66bf8d07cfd602e097ded2a053188a¡La mochila es cosa de muchachos!

El origen de esta palabra es curioso por su significado y por su extraña evolución etimológica.

Remonta a la palabra latina mutilus (relacionada con el español mutilar) que significaba «mutilado» o «mocho», y en el lenguaje coloquial «rapado». Esta palabra evolucionó a motil, que se usó para designar al «muchacho» o al «criado» por la costumbre de trasquilar a los mozos.

La palabra motil pasó al vasco como motxil. Se trata de un fenómeno extraño ya que el vasco no es una lengua romance y es muy raro que importe raíces latinas.  El castellano importó luego el término vasco motxil como mochil (esta palabra todavía es usada en algunos pueblos con el significado de cartera), que designó primero al «chico de los recados» y luego a la prenda ligada a su cometido, la mochila.

mutilus > motil > motxil > mochil > mochila
latín > castellano >euskera> castellano> castellano

 Etimología elaborada por David Alcaine, alumno de 1º Bachillerato

 


 humano

Homo sum; humani nihil a me alienum puto. (Terencio)

“Hombre soy; nada humano me es ajeno.”           

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El dramaturgo latino Terencio (s. II a. C.)  expresó en esta concisa frase la esencia de la solidaridad humana: el hombre está implicado inevitablemente en aquello que afecta a sus congéneres, los humanos.

Los humanos son los que viven pegados a la tierra, en latín humus, por oposición a los dioses, caelites, que viven en el caelum («el cielo») y que tienen poderes sobrehumanos. El hombre que vive cerca de la tierra, que mira hacia el suelo, al humus es humilde; cuando el humano se rebaja o se tiende en el suelo se humilla.

Otras palabras de nuestra lengua recogen el étimo latino humus: los humanos conducen a sus ganados de una a otra tierra en la trashumancia; vuelven a la tierra cuando se les inhuma («entierra), y salen de ella si son exhumados («desenterrados»).

 


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La etimología de la palabra bigote es muy curiosa. Parece estar relacionada con la frase germánica bei Gott o bi God ‘¡por Dios!’ o ‘¡viva Dios!’, juramento que debían pronunciar los caballeros normandos o flamencos, que lucían frondosos mostachos.

En la Castilla del s. XV apenas se conocía la moda del bigote, de modo que esa apariencia bárbara sería contemplada con sorpresa y, quizás, con desprecio, por considerarla una muestra de arrogancia.  El juramento debió usarse primero como apodo para llamar a las personas con bigote, y luego, para designar al bigote mismo.

 


 

 
 

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