Todos nos acomodamos a un entorno, a unas rutinas, a unas compañías, a unas experiencias conocidas y frecuentadas que nos proporcionan sensación de seguridad: esa es nuestra zona de confort. Pero existen otras zonas: hay una zona de aprendizaje, una zona de magia y una zona de pánico.
Si damos un paso fuera de nuestra zona de confort entramos en la zona de aprendizaje: hablar con alguien desconocido, guisar algo nuevo, entrar en un local diferente a los habituales, montar un grupo musical, viajar solo… Franquear la frontera de la zona de confort requiere un esfuerzo y entraña riesgos, pero a cambio ofrece recompensas suculentas como la adquisición de cultura, apertura de miras, conocimiento propio, en definitiva, desarrollo personal. Quien entra en esa zona difícilmente renunciará a ella.
Quien se atreve a dar un paso más allá de la zona de aprendizaje y penetra en lo desconocido se adentra en la zona mágica: es la zona de los retos personales, de los sueños, de la aventura. La zona mágica es zona de pánico para todo aquel que no es capaz de saltar fuera de la zona de aprendizaje; y mejor que ni se le ocurra adentrarse en lo desconocido.
Al final ha hecho una demostración in situ de los conceptos sacando de su zona de confort a su compañero Diego al invitarlo a salir al estrado y convertirlo por un momento en protagonista. Sara ha adornado un discurso muy didáctico con su naturalidad y su sonrisa. Gracias.